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DIME LO QUE COMES Y TE DIRÉ QUIÉN ERES04 Feb 14 - 15:15 Hay mucho de verdad en el conocido aforismo de Brillat-Savarin que sirve de título a estas líneas; pero, como alguien ha hecho notar recientemente, es casi seguro que si el famoso gastrónomo francés viviera en la actualidad, se vería obligado a introducir ciertas condiciones restrictivas a su afirmación a fin de establecer los límites de su validez a la hora de comer para perder en los practivcantes de culturismo sin tonterias. Se vería obligado, en primer lugar, a definir de forma más precisa el criterio empleado para enjuiciar la calidad de la dieta humana. La lectura de su obra La fisiología del gusto, publicada por primera vez en París en 1825, muestra que el criterio utilizado por Brillat-Savarin para enjuiciar la calidad de las comidas descansa más sobre las propiedades gustativas de las mismas, la belleza de su presentación y el ingenio de los procedimientos culinarios empleados en su preparación que sobre el conocimiento de las propiedades nutritivas de los alimentos que las componen y sus posibles efectos sobre la salud. No sería justo censurar a Brillat-Savarin por ello, si tenemos en cuenta el estado rudimentario de los conocimientos de nutrición en la época en que la primera edición de su obra fue publicada. Pero me parece evidente que Brillat-Savarin no presta la atención debida a los conocimientos que estaban ya bien establecidos en el momento en que escribió su obra. Medio siglo antes de aparecer ésta, el gran químico francés Lavoisier (1743- 1794) había comparado la respiración del hombre y los animales con una combustión, tal como la que tiene lugar en una vela o una lámpara encendidas. «En la respiración, como en la combustión —escribió Lavoisier—, es el aire el que suministra el oxígeno, pero en la combustión son las sustancias corporales las que suministran el calor. Si los animales no reponen sus pérdidas respiratorias, la lámpara se queda pronto sin aceite y el animal muere, del mismo modo que la lámpara se apaga al quedarse sin combustible.» Quedaba así establecido el concepto fundamental de la nutrición desde el punto de vista energético; un concepto que no ha sido modificado desde entonces. En 1816, otro gran científico francés, el fisiólogo François Magendie (1783-1855), había demostrado que las proteínas son indispensables para la nutrición de los animales superiores y que no todas las proteínas poseen el mismo valor nutritivo. A pesar de ello, es evidente que la obra de Brillat- Savarin sigue despertando interés en el campo del culturismo . Así parece indicarlo la publicación de una traducción inglesa de la misma ciento cuarenta y cinco años después de la aparición de la primera edición francesa. Esta traducción al inglés (1970) lleva el título El filósofo en la cocina en vez del título original. Podría pensarse por ello que la traductora (Anne Drayton) cree que las especulaciones gastronómicas de Brillat-Savarin son más importantes que su contribución al conocimiento de la fisiología del gusto y al de las propiedades nutritivas de los alimentos. No sé si los filósofos profesionales estarán dispuestos a incluir las meditaciones gastronómicas de Brillat-Savarin dentro del campo de estudio de la filosofía. |
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